Esta historia empieza con dos chicas, Susana Urrutia (La Susi para las amigas) y Lola Fernández (la Lola). Y un cabreo: el que nos llevamos cuando descubrimos que los productos con los que nos maquillamos están petados de #nasties malas para nuestra salud y para el planeta y que la industria cosmética explota nuestras inseguridades para vender “arreglándonos”.
Nos lo pensamos mucho antes de montar una marca de maquillaje. Somos mujeres. Sabemos lo que hay. Bastante tragamos ya como para cargar la pala un poco más con otra marca de belleza que nos dice que nuestra cara está “mal”, que necesitamos “arreglarla” con “correctores” y bañándola en derivados del petróleo
Pero entonces nos acordamos de cómo era cuando éramos niñas. Cuando atracábamos el neceser de mamá y nos enguarrindongábamos hasta arriba con los potingues más coloridos y brillantes que hubiera dentro : no nos avergonzábamos de nuestra piel, queríamos divertirnos pintarrajeándonos. ¿En qué momento dejamos de hacerlo? ¿En qué momento dejamos de jugar para empezar a «arreglarnos»? ¿Por qué?
Las niñas que llevamos dentro tenían claro que querían COLOR. Para nuestra sorpresa, no encontramos en el mercado marcas de cosmética que aunaran productos saludables y responsables con diversión. Nos decían que nuestro maquillaje tenía que ser «invisible, como si no llevaras nada» (WTF?), nos vendían productos en tonos tierra, tristes y apagados, que poco tenían que ver con nuestro mood de ‘wildas’ desmelenadas.
WILDA es un rugido necesario. Una marca que nace para devolvernos el placer de JUGAR maquillándonos con productos top y hacerlo de forma saludable y respetuosa, con nuestro planeta y ante todo, con nosotras mismas. Porque es nuestra cara y son nuestras decisiones. Porque nuestra belleza, hermana, es nuestra 💪🏼.