Somos wildas y le echamos zarpas.

Somos wildas. Tenemos la lengua larga, las zarpas afiladas y cierta tendencia al asilvestramiento. No nos gustan las correas, ni que nos lo den mascadito: somos más de marcar nuestro territorio y nuestras reglas (sobre todo cuando tienen que ver con nuestro cuerpo y nuestra cara). Llámanos locas, llámanos libres.

Nuestra belleza,  nuestro rugido.

Vamos a hablar claro: nuestra belleza es nuestra. Hoy se lleva el color que nos de la mismísima gana. Sombra a tope y labial más a tope aún, why not? Es nuestra cara, es nuestro rugido.

Esto iba de jugar, ¿o no?

Las wildas nos hacemos preguntas incómodas. ¿Por qué «pintarse como una mona» está mal y echar media hora «arreglándonos» y que no se note está bien? ¿Por qué está de moda el No Make Up y no el Yes Make Up? Creemos en el maquillaje como lo que siempre debió de ser: una herramienta con la que jugar y divertirnos. Por esa razón no nos sentimos cómodas con los productos diseñados exclusivamente para «corregir» nuestras pieles (¿qué hay de malo en ellas?) y hemos decidido no formularlos.

Nuestra cara nos importa mucho, pero nuestro mundo también.

Nuestra cara es muy importante. Pero nuestro planeta y quienes lo habitamos también lo somos. Creemos en una belleza comprometida con valores el respeto: a todas las personas (muy especialmente a las mujeres), a nuestro mundo que es nuestro hábitat y a quienes nos acompañan en él (somos una marca vegana y cruelty free)

Belleza también era esto.